Cambiar el Estado, conquistar la soberanía digital

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¿Existe verdaderamente el diseño de un modelo de estado independiente que responda a los requerimientos de un siglo XXI inevitablemente digitalizado?

Cambiar el Estado, conquistar la soberanía digital

¿Qué es la soberanía tecnológica? Sin entrar en el debate político sobre la pertinencia de las demandas independentistas de una parte de la población en Cataluña, el Ateneu Barcelonés planteó la cuestión de si existe verdaderamente el diseño de un modelo de estado independiente que responda a los requerimientos de un siglo XXI inevitablemente digitalizado.

Según explicó el tecno-antropólogo Artur Serra en la tertulia “Soberanía tecnológica, ¿Soberanía nacional?”, el embrión de modelo de estado catalán actual se basa en su mayor parte en las propuestas hechas en 1942 por William Beveridge, padre del Estado de Bienestar en el Reino Unido, que destaca por “el pacto de fuerzas sociales y políticas del anterior siglo tecnológico”, tal y como explicó Serra. “Un estado dirigido a universalizar la seguridad social en términos de salud, educación, etc.”. Según datos del experto, el 70% del actual presupuesto de la Generalitat de Catalunya está destinado a responder a este objetivo que nada tiene que ver con el mundo digital que conocemos hoy. Este modelo se combina, además, con los aportes del neoliberalismo de Alexander Rustow, que da especial protagonismo a la subsidiariedad del Estado y que hizo aportaciones claves para la reconstrucción de Alemania justo después de la II Guerra Mundial.

¿Es este el modelo de Estado que hará suyo Cataluña, y el resto de territorios del mundo, en pleno SXXI? Para Serra, no, ya que nos encontramos ante el nacimiento de un nuevo Estado Digital. Las señales son inequívocas: hoy la ciencia, la tecnología y la innovación son una cuestión de Estado. El caso de Estados Unidos es emblemático. En la primera potencia del mundo, la oficina responsable de estos asuntos depende directamente del presidente, a diferencia del modelo europeo, en el que se la trata como otro ministerio, lo que demuestra la diferencia de liderazgo entre América y Europa en la materia. Si en el viejo continente los avances se confían al sector privado, al otro lado del Atlántico se impulsan desde el gobierno, lo que garantiza la velocidad y calado de las evoluciones. Es lo que la economista Mariana Mazzucato llama el “Estado emprendedor”, un Estado que asume su papel digital como un hecho estructural.

Bajo esta mirada, el concepto ‘independencia’ cambia totalmente, tal y como explica Serra,  “los estados más independientes del SXXI son estados digitales, basados en la información, comunicación y conocimiento. Son Estados que lideran los sistemas de ciencia y tecnología, lo que les permite consolidar su liderazgo militar y económico. Sistemas donde la investigación y la innovación nacen en el sector público y se transfieren a sectores empresariales avanzados que acaban liderando los mercados globales”. El juego es sencillo: el Estado facilita la innovación, la empresa la asume y ‘sale’ a conquistar el mundo.

Nuevas tecnologías, nuevas soberanías

Carente aún de una definición absoluta, muchas de las propuestas de delimitación del término soberanía tecnológica tienen como base la conocida ‘soberanía alimentaria’, esto es, el derecho de los pueblos para definir su política agraria de manera independiente a las grandes corporaciones. Bajo esta óptica, la soberanía tecnológica viene a ser la libertad de decidir la propia agenda tecnológica por parte de los pueblos, y con ello, el papel que la tecnología tendrá en la estructura social. “Pero nada tiene que ver con las propuestas de gobiernos totalitaristas como el de China - aclara Artur Serra- donde la soberanía tecnológica es utilizada como una arma más del control a la población”.

Las investigaciones de Carlota Perez, experta en tecnología y desarrollo socioeconómico, nos sitúa actualmente en medio de la era de las tecnologías de la información. Después de un lanzamiento de las mismas (1971) estamos en pleno momento de crash, en la crisis que se produce en todas las eras cuando la tecnología predominante no tiene un marco social o económico capaz de sostener su desarrollo. Es decir, la actual forma del Estado opera bajo lógicas de la era industrial; sin embargo, la tecnología predominante exige otro entorno. Bajo esta mirada, la crisis mundial es la consecuencia lógica de esa disfunción. En eras anteriores, tal y como explica Artur Serra, este punto de quiebre se resolvió cuando los ingenieros industriales que habían impulsado las revoluciones (la del carbón, la del automóvil...) se convirtieron en gestores sociales para garantizar el correcto despliegue de la tecnología. “De ingenieros industriales pasaron ser managers y diseñadores de tecnología social”, afirma.

¿Pasará lo mismo en esta era? Según Serra sí. “Muchas gracias informáticos, ingenieros de la telecomunicación, industriales por haber creado el ferrocarril de la digitalización y la infraestructura digital. Profundicemos ahora en la Industria 4.0, en las redes sociales, en la innovación social digital y en modelos de innovación universal, tal y como se hizo con la escolarización universal en la era industrial, para construir el marco adecuado que nos permita sacar máximo partido al avance de la técnica como ciudadanos”.  

Los ‘lab’ son un claro ejemplo de esta propuesta. Mirados como iniciativas anecdóticas, son espacios capaces de hacer realidad el modelo de la cuádruple hélice imprescindible para construir un modelo propio de soberanía tecnológica: ciudadanos, universidad, industria y gobiernos. En la era industrial, el modelo no contemplaba al ciudadano, con lo que el 99% de la innovación queda excluido de la innovación. Según Serra, lo que muestra era demanda es la innovación social digital: “Un tipo de innovación social y colaborativa en la cual los innovadores, usuarios y comunidad crean conocimiento y soluciones para un amplio rango de de necesidades sociales y en una escala que era inimaginable antes del nacimiento de las TIC”. Una sociedad a la espera de nuevos ingenieros sociales capaces de diseñar un nuevo modelo de innovación que supere el actual modelo obsoleto.

CATLAB

EL Gobierno de la Generalitat de Catalunya acaba de lanzar la iniciativa CatLab (http://catalunya2020.gencat.cat/ca/instruments/catlabs/), un proyecto para diseñar la propia estrategia de innovación social regional.

Basándose en un modelo distribuido de cuádruple hélice, su objetivo principal es impulsar un modelo de innovación abierto, colaborativo y competitivo a nivel global sobre la base de microsistemas de innovación, pequeños polos de innovación local, unos en conexión con otros, que están al margen de las grandes corporaciones, que son liderados por los Ayuntamientos y cuentan con la participación de empresas, ciudadanos y universidades.

“El mundo no es Estados Unidos”, recordó Serra, “necesitamos modelos de innovación participativos, más propios de nuestra realidad. Si no pasará nuevamente lo de Trump, o lo del Brexit o caeremos sin darnos cuenta en la era de Le Pen. La gente que está fuera del sistema de desarrollo digital que hemos creado se rebela contra él y los populismos se erigen como la respuesta”, afirmó.

Según Serra, hoy la soberanía nacional va irremediablemente ligada a la construcción de estados digitales y tecnológicos basados en modelos de innovación abierta y colaborativa. “La soberanía nacional en el SXXI tiene que ver con la capacidad de decidir i de innovar tecnológicamente”. De la misma manera, la soberanía tecnológica implica procesos complejos de innovación social digital. Nuevos espacios concebidos como sociedades laboratorio donde los propios ciudadanos pueden decidir democráticamente qué tipos de tecnología están interesados en desarrollar. El ciudadano a la construcción, o a la conquista, de un nuevo tipo de Estado.

 

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